30 de marzo de 2009

titere

Supiste utilizar conmigo el encanto de tus palabras y lo deslumbrante de tu mirada,
consegiste hacer de mi no mas que un titere que complacia todos los caprichos de su titiritero.
-Baila.!- y bailaba, -sonrie-, y sonreia;
y si en algun momento te hartabas de mi: tu marioneta,
siempre habia una mas y otra y otra.

Mientras yo quien yacia sola en un rincon viendo como la madera de la cual ahora me encontraba hecha se desgastaba por el deshuso,
como los rasgos antes dibujados en mi cara se iban borrando
y aun peor; sintiendo como el corazon el cual tu jurabas que no tenia,
se iba convirtiendo en fria y rasposa madera como el resto de mi cuerpo.

Un dia sin poder soportar otro mas de tus desaires,
y mucho menos un minuto mas de inutil espera anhelando que
una vez mas recordaras mi existencia: me fui.


Pasaron semanas antes de que lo notaras,
cuando ya habias jugado con todos tus titeres,
cuando ya ninguno de ellos te podia entretener,
entonces volteaste hacia el rincon donde me dejaste alguna vez,
me buscaste hasta en el lugar menos imaginable
no me encontraste, ya jamas me encontrarias
y lloraste.

Te preguntabas:
¿donde estaba la que siempre estaba dispuesta a hacerte sonreir?
¿donde estba la que siempre podria obsequiarte un buen instante a su lado?
¿donde estaba a la que sin importarle que la olvidaras de vez en cuando siempre estaba en ese mismo lugar esperando a que volvieras?

Al final logre lo que mas deseaba
te diste cuenta que yo no era solo un juguete
quisiste tenerme en ese momento en tus brazos,
corresponderme el abrazo que yo tanto anhelaba cada que me tocabas,
pero no estaba, y nunca volveria a estar.

Llore yo tambien de nueva cuenta,
al enterarme de tu desesperacion,
queria correr y decirte que te perdonaba
gritarte que te amaba, y te perdone
pero jamas te lo dije,
sabia que si lo hacia serias feliz un momento,
pero llegaria el dia en que estaria de nuevo en el rincon
no podria soportar mas indiferencia de tu parte.

Esa noche fui a tu ventana, te observe mientras dormias,
incluso se rompieron mis cuerdas al atorarme con las rejas,
me hacerque a tu cama para darte un beso triste
a fin de cuentas labios de madera, me despedi por ultima vez
con cuidado para no despertarte y emprendi de nuevo el camino hacia la soledad.